De cuando en cuando tengo uno de esos días (de estos días) en que mi propia casa me satura, mi gente me cansa y el reflejo del sol en mi calle me quema las retinas.
Entonces, así de pronto, recuerdo el sabor de la brisa marina que corre por la 23. Revivo la caricia en la cara y el olor a libertad. Por un rato se me olvida todo y sonrío.
Los sueños a veces si se cumplen.
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