hace ya más de siete años
que te besé por última vez
en el atrio de una iglesia
tan sacrílegos como siempre
negro y naranja
vos y yo
-quienes nunca fuimos-
y el pésame en el hombro izquierdo
vos -en marga corta-
la sensación irreal de despedirse
de sentirte mil noches después
la promesa inútil
de no olvidar jamás
aquella montaña en llamas
la irracionalidad de quererte todavía
vos
el susurro imposible
que me agúa los ojos
más de siete años después
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